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Sunday, October 23, 2011

Perspectivas de la agricultura y el desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe 2011-2012

Desde finales de 2010 y durante 2011, la volatilidad de los precios de las materias primas ha vuelto a ser un factor protagonista en las agendas de los tomadores de decisiones. A ello se suma la incertidumbre sobre una nueva crisis económica mundial debido a las adversidades macroeconómicas que experimentan los Estados Unidos y Europa. El panorama se ha complicado en los últimos meses por la crisis alimentaria del Cuerno de África, que nos recuerda la gran vulnerabilidad en que todavía viven amplios segmentos de la población mundial.

Para contribuir con información y análisis a una mejor comprensión de esos fenómenos y de sus efectos con miras a la formulación de políticas públicas en la región, presentamos el tercer número de Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: Una mirada hacia América Latina y el Caribe.
Este documento ha sido elaborado conjuntamente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

En este número se enfatiza la importancia de que los países cuenten con instrumentos de política diferenciados para atenuar los efectos de la mayor volatilidad de los precios (incluido el tipo de cambio) en los ámbitos social, productivo y macroeconómico. Se postula también la necesidadde contar con políticas integrales para abordar los efectos de la mayor variabilidad climática en la agricultura, pues en un contexto de cambio climático es un factor adicional que contribuye a incrementar la volatilidad de los precios agrícolas.

La tendencia de largo plazo al alza de los precios de las materias primas agrícolas brinda una oportunidad para la agricultura de América Latina y el Caribe, porque en la región hay tierra disponible que puede incorporarse al esfuerzo productivo, así como una abundancia relativa de agua, biodiversidad y recursos humanos que es posible capitalizar.

En el documento se recomienda aprovechar este potencial con políticas de desarrollo productivo dirigidas a fomentar la producción de alimentos, promover una mayor participación de la  agricultura familiar en el proceso e incentivar un uso sostenible de los recursos naturales. El objetivo debe ser mejorar los aportes de la agricultura y las actividades relacionadas a la generación de ingresos y empleos. Asimismo, se recomienda potenciar la ganadería, la acuicultura y el desarrollo forestal comunitario en el ámbito de la agricultura familiar campesina, diseñando esquemas alternativos que garanticen la producción sostenible de alimentos y contribuyan a la seguridad alimentaria y nutricional.

También se subraya que los países favorecidos por el alza de precios de las materias primas agrícolas deberían aprovechar la coyuntura para promover procesos de cambio que permitan diversificar la estructura productiva de las economías. Más aún, se reconoce que el cierre de las brechas tecnológicas que persisten en el sector agrícola de la región ofrece un importante potencial para elevar el rendimiento productivo y, por esa vía, incrementar significativamente la producción de alimentos. Para ello se considera fundamental aumentar la asignación de recursos a la investigación, el desarrollo y la innovación y mejorar el clima de inversión en la agricultura y las actividades relacionadas.

Consideramos que la reducción de la volatilidad de los precios y la prevención de las crisis alimentarias recurrentes son, en gran medida, una responsabilidad de ámbito mundial. Hay decisiones que deberán adoptarse en foros internacionales, en respuesta, por ejemplo, a las sugerencias para el establecimiento de una reserva mundial de emergencia y de una reserva virtual, que hasta ahora no han sido atendidas. Se ha propuesto también la regulación de los mercados de productos básicos para reducir el efecto de la especulación sobre el alza de precios de los alimentos, pero la reacción ha sido lenta.

En la Organización Mundial del Comercio (OMC) se ha recomendado el mecanismo especial de salvaguardia para países en desarrollo con objeto de hacer frente a caídas bruscas de los precios agrícolas o a alzas sustanciales de importaciones que atenten contra el desarrollo rural, pero la discusión está estancada. Es fundamental evitar que se castigue a los países importadores de alimentos agravando sus vulnerabilidades, o que se introduzcan mayores distorsiones en los mercados mundiales de alimentos. Los países de la región deberían participar de un modo más coordinado en los foros internacionales, actuando mancomunadamente en iniciativas que integren herramientas de política con miras a un beneficio regional.

Como en los dos números anteriores, se incluye un informe especial, en esta ocasión dedicado al uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en la agricultura. Para potenciar el impacto de las TIC, los países deben aumentar la conectividad rural y fomentar el acceso a esas tecnologías y su uso en la institucionalidad nacional (gobierno electrónico o agenda digital, entre otras aplicaciones). Estas medidas son esenciales para reducir los costos de la tecnología, al igual que es importante disminuir la resistencia de los agentes rurales a incorporarla en la gestión y producción de los negocios agrícolas. En el documento se sostiene que aprovechar el potencial de las tecnologías de la información y las comunicaciones para reducir la brecha tecnológica y para mejorar las condiciones laborales, productivas y de acceso al mercado en el medio rural debe ser también un imperativo de las políticas púbicas orientadas a fortalecer la agricultura y su contribución al desarrollo de los países de la región.




Comunicado de Prensa. CEPAL (21 de octubre, 2011)

Tuesday, October 11, 2011

El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2011

En "El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2011", se hace hincapié en las diferentes repercusiones que tuvo la crisis alimentaria mundial de 2006-08 en los distintos países, y que afectó más a los más pobres. Mientras que algunos países grandes lograron hacer frente a las peores consecuencias de la crisis, las poblaciones de muchos países pequeños que dependen de las importaciones registraron un aumento considerable de los precios que, aunque solo fuera temporal, puede tener efectos permanentes en su capacidad de obtener ingresos y de salir de la pobreza en el futuro.

El informe del año en curso se centra en los costos de la volatilidad de los precios de los alimentos, así como en los riesgos y oportunidades que plantean los elevados precios de los alimentos. El cambio climático y la mayor frecuencia de las perturbaciones meteorológicas, el aumento de los vínculos entre los mercados energéticos y agrícolas debido a la creciente demanda de biocombustibles y el aumento de la “financierización” de los productos alimenticios y agrícolas básicos apuntan a que la volatilidad de los precios será una realidad perdurable. En este informe se describen los efectos de dicha volatilidad en la seguridad alimentaria y se presentan opciones en materia de políticas para reducir la volatilidad de una forma efectiva en función de los costos y para controlar dicho fenómeno cuando no se pueda evitar.



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Mensajes Clave del Estado de la Inseguridad Alimentaria 2011

Los países pequeños dependientes de las importaciones, especialmente en África, se vieron profundamente afectados por la crisis alimentaria y económica. Algunos países grandes lograron aislarse de la crisis mediante políticas comerciales restrictivas y redes de seguridad efectivas. Sin embargo, las restricciones comerciales aumentaron el nivel de los precios y su volatilidad en los mercados internacionales.

Es probable que los precios de los alimentos sigan siendo elevados y volátiles. La demanda de los consumidores en los países con economía en rápido crecimiento aumentará, la población continuará creciendo, y debido a la expansión de los biocombustibles el sistema alimentario se verá sometido a demandas adicionales. En el lado de la oferta, se plantean desafíos debido a la creciente escasez de los recursos naturales en algunas regiones y a la disminución de las tasas de crecimiento de los rendimientos de algunos productos básicos. La volatilidad de los precios de los alimentos podría incrementarse debido a los vínculos más estrechos entre los mercados agrícolas y energéticos, así como a la mayor frecuencia de las perturbaciones causadas por fenómenos meteorológicos.

La volatilidad de los precios hace que los pequeños agricultores y los consumidores pobres sean cada vez más vulnerables a la pobreza. Dado que los alimentos constituyen una gran proporción de los ingresos de los agricultores y del presupuesto de los consumidores pobres, los aumentos significativos de los precios tienen efectos considerables en los ingresos reales. Por ello, incluso episodios breves de alza de los precios a los consumidores o descenso de los precios a los agricultores pueden provocar la venta a bajo precio de activos productivos, como tierra y ganado, por ejemplo, lo cual puede dar lugar a la trampa de la pobreza. Además, cuando las variaciones de los precios son imprevisibles, la probabilidad de que los pequeños agricultores inviertan en medidas encaminadas a aumentar la productividad es menor.

Unos cambios significativos de los precios a corto plazo pueden tener repercusiones a largo plazo en el desarrollo. Los cambios en los ingresos debido a las fluctuaciones de los precios pueden hacer que se reduzca el consumo por los niños de nutrientes esenciales durante los primeros 1 000 días de vida desde el momento de la concepción, lo que a su vez causa una reducción permanente de su capacidad de obtener ingresos en el futuro, aumenta la probabilidad de que resulten afectados por la pobreza en el futuro y, en consecuencia, provoca una ralentización del proceso de desarrollo económico.

Unos precios altos de los alimentos intensifican la inseguridad alimentaria a corto plazo. Los beneficios recaen principalmente en los agricultores que disponen de acceso adecuado a la tierra y otros recursos, mientras que los más pobres de entre los pobres compran más alimentos de los que producen. Además de perjudicar a los pobres de las zonas urbanas, los precios elevados de los alimentos perjudican también a gran parte de los pobres de las zonas rurales, que normalmente son compradores netos de alimentos. La diversidad de las repercusiones dentro de cada país apunta también a la necesidad de mejorar el análisis de los datos y las políticas.

Unos precios altos de los alimentos presentan incentivos para incrementar la inversión a largo plazo en el sector agrícola, lo que puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria a más largo plazo. Los precios nacionales de los alimentos, tanto al por menor como a la salida de la explotación agrícola, se incrementaron considerablemente en la mayoría de los países durante la crisis alimentaria mundial de 2006-08. Pese a los altos precios de los fertilizantes, esto condujo a una robusta respuesta de la oferta en muchos países. Es esencial aprovechar esta respuesta de la oferta a corto plazo incrementando la inversión en la agricultura, incluso mediante iniciativas dirigidas a los pequeños agricultores y les ayudan a lograr acceso a los mercados, como la Iniciativa Compras en aras del progreso.

Las redes de seguridad son cruciales para mitigar la inseguridad alimentaria a corto plazo, así como para proporcionar una base para el desarrollo a largo plazo. Para lograr la reducción efectiva de las consecuencias adversas de la volatilidad de los precios, es preciso elaborar por anticipado mecanismos de redes de seguridad selectivas en consulta con los grupos de población más vulnerables.

Una estrategia de seguridad alimentaria basada en una combinación de mayor productividad de la agricultura, mayor previsibilidad de las políticas y apertura general al comercio será más eficaz que otras estrategias. Las políticas comerciales restrictivas pueden proteger los precios internos de la volatilidad del mercado mundial, pero estas políticas pueden redundar asimismo en un aumento de la volatilidad de los precios internos como resultado de las crisis del suministro interno, especialmente si las políticas públicas son imprevisibles y erráticas. Unas políticas gubernamentales más previsibles y que promuevan la participación del sector privado en el comercio disminuirán, en general, la volatilidad de los precios.

La inversión en la agricultura sigue siendo fundamental para lograr una seguridad alimentaria sostenible a largo plazo. Por ejemplo, unos sistemas de riego eficaces con respecto a los costos y prácticas y semillas mejoradas gracias a la investigación agrícola pueden reducir los riesgos de producción a los que se enfrentan los agricultores, especialmente los pequeños agricultores, y reducir la volatilidad de los precios. Aunque la mayor parte de la inversión necesaria corresponderá al sector privado, la inversión pública debe cumplir una función catalizadora al proporcionar bienes públicos que el sector privado no suministraría. Estas inversiones deberían respetar los derechos de los actuales usuarios de la tierra y otros recursos. Fuente