FMI.Nota de Información al Público No.11/158. 14 diciembre de 2011. El 5 de diciembre de 2011, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la consulta del Artículo IV con Perú1, y consideró y aprobó la evaluación preparada por el personal técnico sin celebrar una reunión, es decir, de manera tácita por vencimiento del plazo. La economía peruana superó la crisis mundial de 2008–09 sin sufrir mayores daños gracias a los sólidos fundamentos económicos y a una respuesta previsora en materia de política macroeconómica. El PIB real, impulsado por la demanda interna privada, creció a un ritmo rápido de 8.75% en 2010, uno de los más dinámicos de la región. La recuperación estuvo apoyada por el importante estímulo proporcionado por la política macroeconómica, el rápido giro de los términos de intercambio y las condiciones de financiamiento externo favorables, incluida una reactivación de la entrada de capitales. Tras caer a 0.25% en 2009, la inflación repuntó a 2% a finales de 2010 al recuperarse la demanda, es decir, se ubicó en el centro de la banda de 1%–3% fijada como meta. Un nuevo gobierno, dirigido por el Presidente Humala, asumió el poder en julio de 2011, con la promesa de ampliar la inclusión social y dar continuidad a la estabilidad macroeconómica.
Se prevé que la actividad se desacelerará como consecuencia de políticas más restrictivas y una moderación de la demanda externa. Según las previsiones, el crecimiento del PIB será de 6.75% en 2011, debido sobre todo al impulso del consumo privado. Se proyecta que la inflación se situará en 3.75% al final de 2011, debido principalmente a shocks de la oferta pero también a ciertas presiones de la demanda. El crecimiento del crédito se ha mantenido en aproximadamente 20% en 2010–11. El sector financiero sigue siendo sólido, rentable y está bien capitalizado, y está asistido por el uso activo de instrumentos prudenciales por parte de las autoridades.
Las perspectivas apuntan a un crecimiento continuo pero más bajo, con riesgos a corto plazo que están claramente inclinados a la baja dada la incertidumbre mundial. Se proyecta que el PIB real crecerá 5.25% en 2012, o levemente por debajo de la tendencia (que se estima es de 6%), debido ante todo a un debilitamiento de las condiciones de la demanda externa, mientras que la inflación descenderá a 2.5%. Las expectativas de inflación para 2012 permanecen bien ancladas en virtud del sólido régimen de metas de inflación. El déficit de la cuenta corriente externa permanecerá estable en alrededor de 2.5% del PIB el próximo año, conforme sigan siendo firmes los términos de intercambio. Una vez que amaine la turbulencia internacional, las sólidas perspectivas de crecimiento de Perú y la abundante liquidez internacional podrían incrementar la entrada de capitales.
En lo que se refiere a las políticas macroeconómicas, estas se han centrado en limitar los riesgos de sobrecalentamiento. En 2011 el gobierno empezó a retirar el estímulo fiscal previo. En el primer semestre de 2011 el saldo fiscal arrojó un superávit anualizado de alrededor de 5.5% del PIB, ya que los ingresos fiscales conservaron su dinamismo pese a los recortes de impuestos y los gastos se contuvieron debido a la escasa ejecución de proyectos de inversión a nivel subnacional y a las elecciones presidenciales. Se ha aplicado una política monetaria más restrictiva a medida que se ha recuperado la demanda, y la tasa de política monetaria aumentó un total de 300 puntos básicos, a 4.25%, entre mediados de 2010 y mayo de 2011. Para complementar esta medida se elevó activamente el encaje legal. Desde entonces, el banco central ha permanecido en compás de espera en vista de la incertidumbre de las perspectivas económicas mundiales.
Evaluación del Directorio Ejecutivo
Al concluir la Consulta del Artículo IV con Perú correspondiente a 2011, los directores ejecutivos avalaron la evaluación del personal técnico en los siguientes términos:
La combinación de políticas parece ser en general adecuada para preservar la estabilidad macroeconómica y fomentar el crecimiento. El desafío básico consiste en garantizar una aplicación oportuna y flexible de las políticas para hacer frente a las cambiantes condiciones económicas internas en medio de un entorno externo de mayor incertidumbre.
El presupuesto para 2012 parece apropiado. Los esfuerzos para reactivar el gasto público en el segundo semestre de 2011 son adecuados, dado que la orientación fiscal estaba tornándose algo restrictiva. Sin embargo, en 2011 se registrará un superávit mayor que el previsto. El presupuesto para 2012, que apunta a un superávit de 1% of PIB y comprende una expansión estructural de 0.75% del PIB, es en general adecuado ya que se prevé una moderación de la actividad. Puede darse cabida a un gasto social adicional a corto plazo dentro de los límites fijados por el presupuesto de 2012.
En vista de las inciertas condiciones externas, la política monetaria puede permanecer en compás de espera. Teniendo en cuenta la disminución prevista de las presiones inflacionarias (a medida que se absorba el impacto de los mayores precios del petróleo y los alimentos) y la previa aplicación de políticas monetarias restrictivas, el personal técnico apoya la decisión del banco central de mantener las tasas de política monetaria invariables, al menos hasta que las perspectivas mundiales se aclaren. Las autoridades deben seguir vigilando la evolución del crédito privado y cerciorarse de que los riesgos permanezcan contenidos.
En este contexto de mayores riesgos para las perspectivas mundiales, las políticas deben conservar su flexibilidad. Los sólidos fundamentos económicos de Perú y el margen de respuesta de las políticas probablemente mitigarán los efectos de una economía mundial débil. Como primera línea de defensa, y en consonancia con el funcionamiento de un régimen de metas de inflación, la política monetaria podría distenderse conforme disminuyan las perspectivas de inflación y aumente la brecha del producto, mientras los estabilizadores automáticos se activan en virtud de la política fiscal. Ante la potencial volatilidad financiera mundial, estaría justificado apoyar en cierta medida el tipo de cambio. El encaje legal podría relajarse si las condiciones de liquidez se vieran sometidas a tensión o si el crédito interno se desacelerara demasiado rápido.
Si se materializaran riesgos extremos en la coyuntura mundial, podría desplegarse un nuevo estímulo de política económica para limitar las secuelas. La acumulación de reservas en los últimos años hace pensar que existe margen suficiente para poner en marcha una considerable respuesta mediante políticas. No obstante, dada la incertidumbre sobre la naturaleza y duración del shock externo, se recomienda un uso gradual de dichas reservas. El banco central tiene la capacidad para inyectar abundante liquidez y reducir las tasas más enérgicamente si las condiciones financieras externas se deterioraran (aunque las presiones potenciales en el mercado de divisas podrían convertirse en una restricción). Al igual que con el estímulo fiscal de 2009, los proyectos de infraestructura y mantenimiento podrían ser eficaces para ayudar a sustentar la demanda interna y el empleo. En este escenario, las medidas de respuesta solo ayudarían a mitigar el shock, y la actividad económica probablemente se situaría por debajo de su nivel potencial a corto plazo. Por lo tanto, será importante definir y comunicar claramente la estrategia y los objetivos de las autoridades, y garantizar la continuidad del marco de políticas.
Al dar mayor preponderancia a las medidas estructurales para anclar la política fiscal se ayudaría a afianzar la estabilidad macroeconómica. Esta estrategia contribuye a reducir el carácter procíclico de los riesgos, mejora la previsibilidad y permite acumular reservas fiscales. El personal técnico considera conveniente fijar como meta saldos estructurales globales moderados de 1% del PIB a mediano plazo para hacer frente al entorno mundial volátil, a los pasivos contingentes y a la vulnerabilidad de Perú a las catástrofes naturales. A corto plazo, los actuales parámetros de la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal podrían calibrarse para mantener un resultado fiscal relativamente estable, con límites sobre el crecimiento del gasto, salvo que sea necesaria una respuesta fiscal discrecional.
Los esfuerzos de recaudación serán cruciales para la sostenibilidad del programa social. El personal técnico elogia los planes de las autoridades de reforzar la administración de impuestos para elevar la presión tributaria a 18% del PIB en 2016, con el fin de proporcionar recursos adicionales para cubrir el costo de la ampliación de los programas sociales y la inversión pública a mediano plazo. La aprobación del marco tributario revisado para la actividad minera, teniendo debidamente en cuenta la competitividad del sector, es un primer paso positivo. El personal técnico asimismo aplaude los esfuerzos de las autoridades para reducir la evasión fiscal, pero advierte que si estos esfuerzos no arrojan los resultados esperados, cabría considerar medidas tributarias.
En el futuro, los fundamentos económicos más sólidos de Perú promoverán una mayor desdolarización, y eso permitirá que el tipo de cambio adquiera más importancia como mecanismo de absorción de shocks. El personal técnico opina que una mayor flexibilización del tipo de cambio, aplicada gradualmente, es importante para que el sector privado mejore su capacidad para evaluar el riesgo cambiario, y que tal medida podría contribuir a la desdolarización. La dolarización financiera sigue siendo elevada e incluso ha aumentado en ciertos segmentos debido al bajo nivel de las tasas de interés internacionales y las expectativas de apreciación. Un aumento gradual de la flexibilidad del tipo de cambio promovería el desarrollo de instrumentos de cobertura de riesgos y la concientización del sector privado con respecto a la gestión del riesgo cambiario, lo cual permitiría que el tipo de cambio desempeñe un papel más importante como mecanismo de absorción de shocks.
El sector financiero es sólido, y el marco prudencial está adelantado en lo que se refiere a la implementación de las normas internacionales propuestas. El sector financiero sigue siendo sólido, rentable y está bien capitalizado. La mayoría de las regulaciones prudenciales conforme a Basilea III se aplicarán antes de las fechas acordadas a escala internacional, y los bancos están en condiciones de implementar dichas regulaciones. El monitoreo de los balances de las empresas, incluidas las posiciones en moneda extranjera e instrumentos derivados, será crucial para evaluar las vulnerabilidades. La formalización de un mecanismo institucional para las políticas macroprudenciales facilitaría una supervisión más eficaz de los riesgos sistémicos, y mejoraría los análisis y la coordinación entre las distintas instituciones.
Las excelentes perspectivas económicas de Perú se verán fortalecidas por un programa de reformas de gran alcance para mantener el crecimiento potencial. El personal técnico coincide en que el crecimiento deberá estar impulsado cada vez más por una mayor productividad a mediano plazo. Los pilares clave para garantizar un crecimiento vigoroso son: i) afianzar la competitividad fomentando el capital humano y la infraestructura y manteniendo la flexibilidad del mercado laboral; ii) mejorar el clima de negocios para promover la inversión y la innovación (por ejemplo, promoviendo la formalización de la actividad económica); e iii) seguir desarrollando los mercados de capitales locales para facilitar la inversión y mejorar la distribución del ahorro.
Se prevé que la actividad se desacelerará como consecuencia de políticas más restrictivas y una moderación de la demanda externa. Según las previsiones, el crecimiento del PIB será de 6.75% en 2011, debido sobre todo al impulso del consumo privado. Se proyecta que la inflación se situará en 3.75% al final de 2011, debido principalmente a shocks de la oferta pero también a ciertas presiones de la demanda. El crecimiento del crédito se ha mantenido en aproximadamente 20% en 2010–11. El sector financiero sigue siendo sólido, rentable y está bien capitalizado, y está asistido por el uso activo de instrumentos prudenciales por parte de las autoridades.
Las perspectivas apuntan a un crecimiento continuo pero más bajo, con riesgos a corto plazo que están claramente inclinados a la baja dada la incertidumbre mundial. Se proyecta que el PIB real crecerá 5.25% en 2012, o levemente por debajo de la tendencia (que se estima es de 6%), debido ante todo a un debilitamiento de las condiciones de la demanda externa, mientras que la inflación descenderá a 2.5%. Las expectativas de inflación para 2012 permanecen bien ancladas en virtud del sólido régimen de metas de inflación. El déficit de la cuenta corriente externa permanecerá estable en alrededor de 2.5% del PIB el próximo año, conforme sigan siendo firmes los términos de intercambio. Una vez que amaine la turbulencia internacional, las sólidas perspectivas de crecimiento de Perú y la abundante liquidez internacional podrían incrementar la entrada de capitales.
En lo que se refiere a las políticas macroeconómicas, estas se han centrado en limitar los riesgos de sobrecalentamiento. En 2011 el gobierno empezó a retirar el estímulo fiscal previo. En el primer semestre de 2011 el saldo fiscal arrojó un superávit anualizado de alrededor de 5.5% del PIB, ya que los ingresos fiscales conservaron su dinamismo pese a los recortes de impuestos y los gastos se contuvieron debido a la escasa ejecución de proyectos de inversión a nivel subnacional y a las elecciones presidenciales. Se ha aplicado una política monetaria más restrictiva a medida que se ha recuperado la demanda, y la tasa de política monetaria aumentó un total de 300 puntos básicos, a 4.25%, entre mediados de 2010 y mayo de 2011. Para complementar esta medida se elevó activamente el encaje legal. Desde entonces, el banco central ha permanecido en compás de espera en vista de la incertidumbre de las perspectivas económicas mundiales.
Evaluación del Directorio Ejecutivo
Al concluir la Consulta del Artículo IV con Perú correspondiente a 2011, los directores ejecutivos avalaron la evaluación del personal técnico en los siguientes términos:
La combinación de políticas parece ser en general adecuada para preservar la estabilidad macroeconómica y fomentar el crecimiento. El desafío básico consiste en garantizar una aplicación oportuna y flexible de las políticas para hacer frente a las cambiantes condiciones económicas internas en medio de un entorno externo de mayor incertidumbre.
El presupuesto para 2012 parece apropiado. Los esfuerzos para reactivar el gasto público en el segundo semestre de 2011 son adecuados, dado que la orientación fiscal estaba tornándose algo restrictiva. Sin embargo, en 2011 se registrará un superávit mayor que el previsto. El presupuesto para 2012, que apunta a un superávit de 1% of PIB y comprende una expansión estructural de 0.75% del PIB, es en general adecuado ya que se prevé una moderación de la actividad. Puede darse cabida a un gasto social adicional a corto plazo dentro de los límites fijados por el presupuesto de 2012.
En vista de las inciertas condiciones externas, la política monetaria puede permanecer en compás de espera. Teniendo en cuenta la disminución prevista de las presiones inflacionarias (a medida que se absorba el impacto de los mayores precios del petróleo y los alimentos) y la previa aplicación de políticas monetarias restrictivas, el personal técnico apoya la decisión del banco central de mantener las tasas de política monetaria invariables, al menos hasta que las perspectivas mundiales se aclaren. Las autoridades deben seguir vigilando la evolución del crédito privado y cerciorarse de que los riesgos permanezcan contenidos.
En este contexto de mayores riesgos para las perspectivas mundiales, las políticas deben conservar su flexibilidad. Los sólidos fundamentos económicos de Perú y el margen de respuesta de las políticas probablemente mitigarán los efectos de una economía mundial débil. Como primera línea de defensa, y en consonancia con el funcionamiento de un régimen de metas de inflación, la política monetaria podría distenderse conforme disminuyan las perspectivas de inflación y aumente la brecha del producto, mientras los estabilizadores automáticos se activan en virtud de la política fiscal. Ante la potencial volatilidad financiera mundial, estaría justificado apoyar en cierta medida el tipo de cambio. El encaje legal podría relajarse si las condiciones de liquidez se vieran sometidas a tensión o si el crédito interno se desacelerara demasiado rápido.
Si se materializaran riesgos extremos en la coyuntura mundial, podría desplegarse un nuevo estímulo de política económica para limitar las secuelas. La acumulación de reservas en los últimos años hace pensar que existe margen suficiente para poner en marcha una considerable respuesta mediante políticas. No obstante, dada la incertidumbre sobre la naturaleza y duración del shock externo, se recomienda un uso gradual de dichas reservas. El banco central tiene la capacidad para inyectar abundante liquidez y reducir las tasas más enérgicamente si las condiciones financieras externas se deterioraran (aunque las presiones potenciales en el mercado de divisas podrían convertirse en una restricción). Al igual que con el estímulo fiscal de 2009, los proyectos de infraestructura y mantenimiento podrían ser eficaces para ayudar a sustentar la demanda interna y el empleo. En este escenario, las medidas de respuesta solo ayudarían a mitigar el shock, y la actividad económica probablemente se situaría por debajo de su nivel potencial a corto plazo. Por lo tanto, será importante definir y comunicar claramente la estrategia y los objetivos de las autoridades, y garantizar la continuidad del marco de políticas.
Al dar mayor preponderancia a las medidas estructurales para anclar la política fiscal se ayudaría a afianzar la estabilidad macroeconómica. Esta estrategia contribuye a reducir el carácter procíclico de los riesgos, mejora la previsibilidad y permite acumular reservas fiscales. El personal técnico considera conveniente fijar como meta saldos estructurales globales moderados de 1% del PIB a mediano plazo para hacer frente al entorno mundial volátil, a los pasivos contingentes y a la vulnerabilidad de Perú a las catástrofes naturales. A corto plazo, los actuales parámetros de la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal podrían calibrarse para mantener un resultado fiscal relativamente estable, con límites sobre el crecimiento del gasto, salvo que sea necesaria una respuesta fiscal discrecional.
Los esfuerzos de recaudación serán cruciales para la sostenibilidad del programa social. El personal técnico elogia los planes de las autoridades de reforzar la administración de impuestos para elevar la presión tributaria a 18% del PIB en 2016, con el fin de proporcionar recursos adicionales para cubrir el costo de la ampliación de los programas sociales y la inversión pública a mediano plazo. La aprobación del marco tributario revisado para la actividad minera, teniendo debidamente en cuenta la competitividad del sector, es un primer paso positivo. El personal técnico asimismo aplaude los esfuerzos de las autoridades para reducir la evasión fiscal, pero advierte que si estos esfuerzos no arrojan los resultados esperados, cabría considerar medidas tributarias.
En el futuro, los fundamentos económicos más sólidos de Perú promoverán una mayor desdolarización, y eso permitirá que el tipo de cambio adquiera más importancia como mecanismo de absorción de shocks. El personal técnico opina que una mayor flexibilización del tipo de cambio, aplicada gradualmente, es importante para que el sector privado mejore su capacidad para evaluar el riesgo cambiario, y que tal medida podría contribuir a la desdolarización. La dolarización financiera sigue siendo elevada e incluso ha aumentado en ciertos segmentos debido al bajo nivel de las tasas de interés internacionales y las expectativas de apreciación. Un aumento gradual de la flexibilidad del tipo de cambio promovería el desarrollo de instrumentos de cobertura de riesgos y la concientización del sector privado con respecto a la gestión del riesgo cambiario, lo cual permitiría que el tipo de cambio desempeñe un papel más importante como mecanismo de absorción de shocks.
El sector financiero es sólido, y el marco prudencial está adelantado en lo que se refiere a la implementación de las normas internacionales propuestas. El sector financiero sigue siendo sólido, rentable y está bien capitalizado. La mayoría de las regulaciones prudenciales conforme a Basilea III se aplicarán antes de las fechas acordadas a escala internacional, y los bancos están en condiciones de implementar dichas regulaciones. El monitoreo de los balances de las empresas, incluidas las posiciones en moneda extranjera e instrumentos derivados, será crucial para evaluar las vulnerabilidades. La formalización de un mecanismo institucional para las políticas macroprudenciales facilitaría una supervisión más eficaz de los riesgos sistémicos, y mejoraría los análisis y la coordinación entre las distintas instituciones.
Las excelentes perspectivas económicas de Perú se verán fortalecidas por un programa de reformas de gran alcance para mantener el crecimiento potencial. El personal técnico coincide en que el crecimiento deberá estar impulsado cada vez más por una mayor productividad a mediano plazo. Los pilares clave para garantizar un crecimiento vigoroso son: i) afianzar la competitividad fomentando el capital humano y la infraestructura y manteniendo la flexibilidad del mercado laboral; ii) mejorar el clima de negocios para promover la inversión y la innovación (por ejemplo, promoviendo la formalización de la actividad económica); e iii) seguir desarrollando los mercados de capitales locales para facilitar la inversión y mejorar la distribución del ahorro.
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