Tuesday, October 11, 2011

El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2011

En "El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2011", se hace hincapié en las diferentes repercusiones que tuvo la crisis alimentaria mundial de 2006-08 en los distintos países, y que afectó más a los más pobres. Mientras que algunos países grandes lograron hacer frente a las peores consecuencias de la crisis, las poblaciones de muchos países pequeños que dependen de las importaciones registraron un aumento considerable de los precios que, aunque solo fuera temporal, puede tener efectos permanentes en su capacidad de obtener ingresos y de salir de la pobreza en el futuro.

El informe del año en curso se centra en los costos de la volatilidad de los precios de los alimentos, así como en los riesgos y oportunidades que plantean los elevados precios de los alimentos. El cambio climático y la mayor frecuencia de las perturbaciones meteorológicas, el aumento de los vínculos entre los mercados energéticos y agrícolas debido a la creciente demanda de biocombustibles y el aumento de la “financierización” de los productos alimenticios y agrícolas básicos apuntan a que la volatilidad de los precios será una realidad perdurable. En este informe se describen los efectos de dicha volatilidad en la seguridad alimentaria y se presentan opciones en materia de políticas para reducir la volatilidad de una forma efectiva en función de los costos y para controlar dicho fenómeno cuando no se pueda evitar.



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Mensajes Clave del Estado de la Inseguridad Alimentaria 2011

Los países pequeños dependientes de las importaciones, especialmente en África, se vieron profundamente afectados por la crisis alimentaria y económica. Algunos países grandes lograron aislarse de la crisis mediante políticas comerciales restrictivas y redes de seguridad efectivas. Sin embargo, las restricciones comerciales aumentaron el nivel de los precios y su volatilidad en los mercados internacionales.

Es probable que los precios de los alimentos sigan siendo elevados y volátiles. La demanda de los consumidores en los países con economía en rápido crecimiento aumentará, la población continuará creciendo, y debido a la expansión de los biocombustibles el sistema alimentario se verá sometido a demandas adicionales. En el lado de la oferta, se plantean desafíos debido a la creciente escasez de los recursos naturales en algunas regiones y a la disminución de las tasas de crecimiento de los rendimientos de algunos productos básicos. La volatilidad de los precios de los alimentos podría incrementarse debido a los vínculos más estrechos entre los mercados agrícolas y energéticos, así como a la mayor frecuencia de las perturbaciones causadas por fenómenos meteorológicos.

La volatilidad de los precios hace que los pequeños agricultores y los consumidores pobres sean cada vez más vulnerables a la pobreza. Dado que los alimentos constituyen una gran proporción de los ingresos de los agricultores y del presupuesto de los consumidores pobres, los aumentos significativos de los precios tienen efectos considerables en los ingresos reales. Por ello, incluso episodios breves de alza de los precios a los consumidores o descenso de los precios a los agricultores pueden provocar la venta a bajo precio de activos productivos, como tierra y ganado, por ejemplo, lo cual puede dar lugar a la trampa de la pobreza. Además, cuando las variaciones de los precios son imprevisibles, la probabilidad de que los pequeños agricultores inviertan en medidas encaminadas a aumentar la productividad es menor.

Unos cambios significativos de los precios a corto plazo pueden tener repercusiones a largo plazo en el desarrollo. Los cambios en los ingresos debido a las fluctuaciones de los precios pueden hacer que se reduzca el consumo por los niños de nutrientes esenciales durante los primeros 1 000 días de vida desde el momento de la concepción, lo que a su vez causa una reducción permanente de su capacidad de obtener ingresos en el futuro, aumenta la probabilidad de que resulten afectados por la pobreza en el futuro y, en consecuencia, provoca una ralentización del proceso de desarrollo económico.

Unos precios altos de los alimentos intensifican la inseguridad alimentaria a corto plazo. Los beneficios recaen principalmente en los agricultores que disponen de acceso adecuado a la tierra y otros recursos, mientras que los más pobres de entre los pobres compran más alimentos de los que producen. Además de perjudicar a los pobres de las zonas urbanas, los precios elevados de los alimentos perjudican también a gran parte de los pobres de las zonas rurales, que normalmente son compradores netos de alimentos. La diversidad de las repercusiones dentro de cada país apunta también a la necesidad de mejorar el análisis de los datos y las políticas.

Unos precios altos de los alimentos presentan incentivos para incrementar la inversión a largo plazo en el sector agrícola, lo que puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria a más largo plazo. Los precios nacionales de los alimentos, tanto al por menor como a la salida de la explotación agrícola, se incrementaron considerablemente en la mayoría de los países durante la crisis alimentaria mundial de 2006-08. Pese a los altos precios de los fertilizantes, esto condujo a una robusta respuesta de la oferta en muchos países. Es esencial aprovechar esta respuesta de la oferta a corto plazo incrementando la inversión en la agricultura, incluso mediante iniciativas dirigidas a los pequeños agricultores y les ayudan a lograr acceso a los mercados, como la Iniciativa Compras en aras del progreso.

Las redes de seguridad son cruciales para mitigar la inseguridad alimentaria a corto plazo, así como para proporcionar una base para el desarrollo a largo plazo. Para lograr la reducción efectiva de las consecuencias adversas de la volatilidad de los precios, es preciso elaborar por anticipado mecanismos de redes de seguridad selectivas en consulta con los grupos de población más vulnerables.

Una estrategia de seguridad alimentaria basada en una combinación de mayor productividad de la agricultura, mayor previsibilidad de las políticas y apertura general al comercio será más eficaz que otras estrategias. Las políticas comerciales restrictivas pueden proteger los precios internos de la volatilidad del mercado mundial, pero estas políticas pueden redundar asimismo en un aumento de la volatilidad de los precios internos como resultado de las crisis del suministro interno, especialmente si las políticas públicas son imprevisibles y erráticas. Unas políticas gubernamentales más previsibles y que promuevan la participación del sector privado en el comercio disminuirán, en general, la volatilidad de los precios.

La inversión en la agricultura sigue siendo fundamental para lograr una seguridad alimentaria sostenible a largo plazo. Por ejemplo, unos sistemas de riego eficaces con respecto a los costos y prácticas y semillas mejoradas gracias a la investigación agrícola pueden reducir los riesgos de producción a los que se enfrentan los agricultores, especialmente los pequeños agricultores, y reducir la volatilidad de los precios. Aunque la mayor parte de la inversión necesaria corresponderá al sector privado, la inversión pública debe cumplir una función catalizadora al proporcionar bienes públicos que el sector privado no suministraría. Estas inversiones deberían respetar los derechos de los actuales usuarios de la tierra y otros recursos. Fuente

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